En 2013 Daniel Kelley suspendió un examen y se quedó sin poder acceder a un curso de computación en su escuela. Esto dio lugar a una serie de eventos que terminaron con una condena de cuatro años en una institución para delincuentes juveniles.
Kelley, un estudiante británico de 16 años de Llaneli, en el sur de Gales, fue descrito como un “cibercriminal prolífico, hábil y cínico”, que atacó y hackeó a compañías de todo el mundo, incluyendo al gigante de las telecomunicaciones británico Talk Talk.
Esta semana fue condenado a permanecer cuatro años en una institución para delincuentes juveniles después de declararse culpable de 11 delitos relacionados con la piratería.
El adolescente no había logrado las calificaciones para acceder al nivel 3 de un curso de computación en su escuela local, el Colegio Sir Gar.
En cambio, mientras que compañeros a los que describió como “tontos” comenzaron dicho curso, él tuvo que conformarse con acceder al nivel 2.
Dicen que su desempeño durante el curso fue pésimo, a pesar de afirmar que “sabía más sobre computadoras que cualquier persona del colegio”.
Para vengarse de aquellos que le habían negado el acceso al curso, Kelley llevó a cabo un ataque de denegación de servicio distribuido (DDoS, por sus siglas en inglés) contra la página web del colegio.
Entre septiembre de 2013 y abril de 2014 llevó a cabo más de 40 ataques cibernéticos. Los estudiantes perdieron cientos de horas de enseñanza y algunos abandonaron la escuela.
Los ataques no afectaron tan sólo al colegio. La red de la escuela estaba vinculada a la del sector público del gobierno galés, por lo que los ataques afectaron a hospitales, servicios de emergencia y otras escuelas y universidades.
Los radiólogos de la Junta Universitaria de Salud Hywel Dda, en el oeste de Gales, perdieron el acceso a los servicios de imágenes de diagnóstico, mientras que la comunicación entre los diferentes edificios del hospital se vio seriamente alterada.
La ofensiva cibernética tuvo repercusión también en la atención a pacientes críticamente enfermos los hospitales Prince Philip y Withybush, también de la región. Combatir los riesgos ocasionados por los ataques costó unos US$500.000.
Al principio estos ataques parecían estar motivados por el rencor, pero al poco tiempo el acicate se volvió financiero.
Con ayuda de un grupo de hackers conocido como Team Hans, Kelley comenzó a apuntar a empresas de todas partes del mundo.
Después de comprometer su seguridad y acceder a los datos personales y las tarjetas de crédito de los clientes, fue “completamente despiadado” al amenazar con hacer pública la información a menos que se le pagara dinero en forma de la criptomoneda bitcoin.
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Fuente: BBC